Una tarde calmada
Puedo divisar en el horizonte una tarde calmada
y detrás de la tarde; tu mirada,
tus ojos...
tu cuerpo fino e inalcanzable
que presume de indomable,
como lluvia de monzón,
como invierno en los andes.
Voy a la cama y olvido despertarme
y, ¿cómo no hacerlo?
si oníricamente eres mía, como mi aliento,
como mi sangre...
mas, con resaca de tu cuerpo despierto,
somnoliento y con un bostezo
mi día empieza en el instante en que te pienso.
Y así, transcurre el tiempo...
una masácre de minutos sacrificados en pensarte.
Y así, sopla el viento...
y entre silbido y silbido me parece escucharte,
y así, mi estómago interrumpe con sonidos de hambre...
y la alacena: mas vacía improbable...
soslayo con mi pluma el hambre
y la sed con mis ganas de besarte.
Luis Alberto Orgaz Vera,
( Marzo, 2010)
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