Diana, mi alegría...
Adiós a ustedes
mis tardes de melancolía,
ella es mi todo,
mi fuerza; mi valía.
me ha alejado de ustedes,
¿cómo? ...
no lo entenderían.
Ella es bella como ustedes frías,
mi resolana vespertina;
signo de que acaba el día,
es mi luz, parsimonia y alegría,
es el cuarto menguante
que sonriendo se avecina.
Ella completa mi vida,
su oportuna sonrisa,
que dilata mis pupilas
su mirada es precisa,
me desnuda e hipnotiza
en mi mente habita,
no hay como lo impida.
¡Es delicada y frágil!
cómo el diente de león
que ante el viento se deshila...
¡Pequeña flor mía!
Que azote el viento mi puerta,
si gusta con osadía,
y por lúgubre que sea
incluso la tormenta
luce roja, amable y tibia
si ella es mi compañía,
sus besos son mis brasas;
su amor la chimenea
de llamas de alegría.
Joven es mi niña,
distraída, pura, confundida;
es diáfana, sutil
y ocasionalmente
incomprendida,
lo que sin escucharme ya sabía,
lo que a gritos yo pedía.
Ella es ... es y vuelve a ser...
y fielmente,
soy incapaz de describirla,
es mi vela, mástil y armonía
y en el mar de nuestro amor
es la estrella que me guía,
no necesito brújula alguna
mi vida en sus manos pondría...
y no hay dolor, pena o agonía
que valga y dure si me mira,
sonríe y su voz me dice:
"Te amo vida mía"
Luis Alberto Orgaz Vera
(Abril, 2011)
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